Es tan placentero eso de tener una imaginación pujante. Reparar en lo que a veces puede ser tan mágico y empedernido. Esos detalles que me señalas cada día con tu dilección. La ausencia aumenta esas ganas para que nuestro reencuentro sea algo completamente apacible.
Ah, si hoy nos miraba ahí en mi puerto favorito. En esa playa en donde podremos divisar yates, botes y cada barco que existe. Nos miraba a ambos caminando mientras la brisa del viento nos golpeaba y observaba tus infinitos fascinados por el mar. Nos observaba dentro del mar como dos lobos marinos nadando por el océano pacífico.
Y también me cautivaba el pensar de los tiempos siguientes. El hecho de imaginar cómo ambos nos podríamos ensamblar en el desierto vecino del mar. Ambos caminando y muertos de calor. Pero lo más importante de todo, es que seamos dos almas yuxtapuestas dentro de éste mundo lleno de clones manipulados por unos cuántos pocos.
Más aún, musa alondra, quiero que me silencies con tu argot corporal. Anda, golpéame y se la protagonista del frenesí que tengo sobre nuestra predilección. Con tu hermosa contemplación hacia nuestra orbe, devástala con tu alarido y enséñame sobre eso de volar por galaxias aún no conocidas.
Pero quiero que sepas que solamente lo quiero porque serás tú quien decida hacia dónde iremos. Yo te enseñaré sobre mis cornisas y tú sobre tus espolones. Mientras seas tú, yo podré estar tranquilo.
Yo podré guiarte por el mundo que conozco, pero nunca voy a querer fastidiarte con lo que es ya conocido. Tú sabes bien que me gustan ciertos afectos reiterados, pero aún así evitaré encerrarte y siempre seré feliz viendo como eres libre dentro del campo semántico de nuestra devoción.
-Verse
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