viernes, 19 de abril de 2024

Salta del Elefante

 Cómo salir de la incertidumbre cotidiana, ni cómo entender cuáles son mis pilares ni mis fundamentos. Así me sentí, así me siento, con ganas de preguntar hacia el aire esperando una respuesta de ciencia ficción sobre mí, una luz o un láser que pudiera contarme todo trasfondo y connotación de la vida. Quisiera saber cómo poner freno a mi mente que no para de soltar verborreas cuando duermo. Que no paro de ver palomas en cada esquina por la que camino. No puedo concentrarme porque tu voz se apodera de cada caminata diaria, súmale que el calor no está dando tregua y mi piel se desgarra entre cortisonas, betametasonas y cremas para pieles re secas.

Qué puedo hacer ahora cuando el consejo fue la senda a utilizar, cuando sugirieron matar a los ídolos, cuando dijeron que la autenticidad y la austeridad nos mantendrían erguidos, con ganas para salir a enfrentar todo, todo...

No sé qué hiciste, no sé cómo pasó, no sé absolutamente nada sobre lo que hicieron. Estoy impresionado por la cantidad de evidencia y la forma en que se está desatando todo. Como el perraje, hay que dejar que el tiempo resuelva cada inquietud de los que tenemos que "OLVIDAR". Y peor, como todos los títeres que tanto criticamos, que tanto repudiamos y odiamos; de la mano junto a ellos buscando el amparo de la justicia para justificar acciones violentas. Es una vergüenza. Quien comprendí fue un pilar, hoy es nuevo crudo pal' futuro. Viene un invierno sin música, un invierno con un frío dúctil, donde podrán caer platillos, naves y meteoritos.

¡Tírense! gritaron varios y varias arriba del Elefante. La tormenta que viene simplemente será imposible de sobrevivir. No hay nadie que haya podido pasarla, porque esa marea es conocida, esa corriente es temible y no discrimina. Grumetes sin ningún capitán, solo el soporte de quien ofrece su oído para escuchar, cada vez somos menos, cada metro que avanza este barco se desarma. Y yo estaba ahí, mirando cómo los más viejos movían desesperados a la masa, pero ellos fueron quienes más su verdad demostraron. Fueron quienes siguieron consecuentes con lo que relataban desde pequeños. No hay claridad con cómo lo hacían ni lo hicieron, pero decidieron seguir arriba del Elefante, contra olas de veinte metros, contra mareas de gritos y corrientes de la conciencia.

Y con ganas, lanzaste tu alma al mar, sin despedir ni decir adíos, saltaste con tu ego, tu poder y tus secretos. Te gritaron y ofrecieron ayuda. Te ayudamos a mantener el barco sólo a cambio de melodías. Creo que dar la espalda así a tus colegas y compañeros no se hace y deberías remediarlo como quien está por perder a su hermano, a su vida, a su alma.

La presión es una magnitud física, aquella que habla de la fuerza ejercida en un lugar. Aquella que podemos ejercer sobre otras y otros, a veces sin darnos cuenta, a veces con muchas intenciones. A veces la física puede parecerse a los sentimientos. Y es que la mente es una burbuja de aire en el fondo de un mar. Estalla cuando la presión aumenta, estalla cuando la vida ya se pone cuesta arriba. Estalla cuando hay que tomar terapia y la vida hay que de nuevo empezarla. Estalla cuando te mantienen en silencio y te quieren callar. Eres como una aguja de vanadio, punzante y excelente para el filo. Pero jamás seras el filo de tus letras. Ya no.

Ni las letras te pueden salvar de desarmar la humanidad. De aquella odisea que tanto dijiste que había que vivir.

Yo te digo adiós, porque me enseñaron a ser consecuente.

Y ahora tengo rabia, estoy enojado, hasta conmigo mismo.

¿Lo que yo haría?...

J.