martes, 7 de octubre de 2014

Es normal y yo entiendo más.

La pregunta más común de un diálogo común sería: ¿Cómo estás?, pienso yo, quizás me equivoco, pero creo que esa es la pregunta más frecuente. El punto es que mucha gente me pregunta como estoy, pues claro, según yo es la pregunta más repetida, como no la voy a responder, pero... ¿Qué pasa cuando no estoy bien?.

Me disfrazo de valiente todos los días, es el disfraz que más uso, no es un perfil, ojo, es solo un disfraz que utilizo para propagarle felicidad a la mis cercanos. ¿Ustedes creen que yo soy feliz estando a más de ochocientos kilómetros de distancia de mi hija? La respuesta es muy simple: No, no soy feliz así.

Me duele mucho la distancia, por dentro estoy mal, muy mal, pero sé mirar hacia adelante para no caer y derrumbarme como lo haría un huevón maricón que no quiere a su hija, yo la amo y me la juego por ella, quizás no es el físico lo que primero quiero mejorar, pero si son las ganas de estudiar para después darle una educación digna, tener alimentos sanos para ella, para mantener a mi polola hermosa también, para llenarlas de alegría y nunca verlas pasando hambre o pidiendo plata. Plata y la mierda, odio la plata pero a la vez la necesito, es un demonio con el que siempre tendré que convivir lamentablemente. Quizás para ustedes es fácil decir "Oh, este huevón le da color", pero no, no le doy color, a ver si ustedes también pueden pasar por lo mismo y no pensar que tienen una rutina de mierda.

Lloro mientras escribo, porque soy un padre ausente, porque soy una pareja que no está ayudando a la madre de mis hijos, porque lamentablemente, para obtener un buen sueldo tengo que salir de la ciudad de donde nació mi hija y además nací yo para después darle lo mejor. Sé que obtendre frutos, pero serán los mejores frutos, hija mía.

Me voy a dormir, mañana tengo clases en mi U, buenas noches.

Alone: Ella y él - Angelo Escobar