Lo siento. Hoy me quedé más despierto por tus palabras. Mi cerebro solamente reacciona con el puto insomnio que en un rato me pasará la cuenta.
Pero soy algo así... La vuelvo a cagar y la cagaré siempre. Me resigno, porque siempre voy a querer mejorarme, y eso es una promesa. Pero soy un ser vivo. Como un perro, de esos porfiados, de esos que cuando te comen la chala, reciben un buen reto. De esos que son obedientes, paran la oreja y se quedan piola viéndote. Te admiro, te amo, te percibo... Me quedo inerte a veces mirándote, sin sonrisa, sin tristeza, pero mirándote. Con las orejas paradas, el pecho en alto y sentado. Con una mirada de indiferencia. Pero luego me llamas, y ahí voy corriendo a recostarme en ti, en búsqueda de tu cariño y amor. En búsqueda de que cada caricia se sienta más placentera que la anterior.
...Pero me como tus errores. Tú dejas la chala afuera y la muerdo. Hasta juego con ella, porque es divertido. Nadie me acompaña cuando la muerdo, así que puedo jugar solo. Y así, cuando tu dejaste un error allí afuera, me toca a mi recibir un reto. Y me regañas. No solamente tú, también las otras personas que cometen un error y lo dejan afuera, porque claro, para mi es algo entretenido, pero para ustedes, cuando ya lo dejaron todo afuera, yo solamente quiero jugar, porque me dejaron solo. Y estar solo es aburrido.
Pero otra vez volverá a suceder lo mismo... Y ya me has regañado varias veces. Hay veces que entiendo más que otras, porque tu enojo me lo dejó en claro, así que no voy a cometer el error, porque tu y yo habremos hallado una conclusión de todos nuestros problemas. Así que tu allá sin cagarla, y yo tampoco sin cagarla. Pero ya los conozco y me conocen. Soy el mismo de siempre aunque no lo quieran. Ahí estaré cuando vuelvan, siempre, aunque no lo merezca.
Podemos ser grandes amigos si no cometemos los mismos errores. Podemos ser los mejores compañeros, como algunos hermanos que lograron vivir con humanos.
...¿Y si me invitas a pasar? Prometo (y no prometo) no desordenar nada y querer mucho cariño. Yo te devolveré la más fiel compañía y una cola que, por verte, nunca dejará de moverse (a menos de que la cagues tú).
Ah, y cuando te vayas, me voy a sentir mal. Lloraré, porque me habrás dejado solo nuevamente, sin decirme cuando volverás. Pero estaré cuando vuelvas... aunque no lo merezca.
-Malescritos
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