martes, 25 de abril de 2017

Opened door

...No, no quiero levantarme aún. Las cortinas lucen claras, deben ser las 11 de la mañana. Pero no puedo dormir. Me daré vuelta a la derecha a ver si duermo.

Nada.

Oh, mi vejiga va a explotar. ¿Por qué el cuerpo se levanta así? Yo no me quiero mover. Las sábanas están suaves y calientes. ¿Qué sería de mí sin ésta horrible cama? La amo.

Pan tostado... Mi mamá ya se debe haber levantado. Oh ese maldito olor. Me cautiva tanto. Mi esfínter también me está levantando. El olor, mi madre que casi nunca está por aquí, sus pasos, mi estómago. Debo ir al baño.

Ya salí.

Y la veo ahí, moliendo trozos de palta. La puerta de mi hermano está abierta y él está despierto. Ambos me dicen buenos días. Ambos con la misma cara de sueño. Obvio. Si son iguales. Mi mamá con mi hermano son absolutamente iguales. Son las personas que creo que disfrutan más el sueño que cualquier otra persona, pero los perdono, porque son mi familia.

Me acerco a la mesa americana de la cocina de este departamento. Hay pan y hay palta. Tomo una marraqueta recién tostada, calentita. Le unto la palta molida y degusto... ¿Oh? Esto tiene ciboulette. La sal precisa. La debe haber hecho mi madre. Si. La preparó ella. Nunca sabe cómo cocinar mal. Encima de la mesa también hay una fuente verde con una gelatina adentro. "¿Qué es eso?" Le pregunto a mi madre. "Es jalea de berries con frutilla" Me responde ella haciendo un guiño. Qué fascinante. Después de éste pan voy a probar algo de eso.

Mientras pasa el tiempo, me doy cuenta de que las cosas no van mal. Estoy tomando desayuno con mi madre en nuestro departamento y no hay nada de malo en eso. Mi hermano está haciendo lo suyo y recibe un desayuno a la cama. Mi padre es el único que está lejos, por su trabajo, pero no es problema que él esté haciendo el esfuerzo (por hoy) por ésta familia.

¿Lo he hecho bien? No lo sé... La vida me ha enseñado a no sentirme satisfecho nunca. Pero qué va. Lo perfecto es enemigo de lo bueno. Siento que no estoy solo cuando están ellos. Me siento querido y, a decir verdad, me siento visto. Siento que los ojos de mi madre están constantemente mirándome aunque ella no esté mirándome. Es algo raro.

Voy a salir a caminar y brindar a mi manera esto. Con un buen cigarro, el sol de las once, pensando en mi hija y pensando en que hay cosas que están muy bien en mi vida.

Au revoir.

-Malescritos

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