Así nos imagino. Qué importa eso de las pendejadas y lo que tenga que ver con discutir por dinero. No recuerdo en qué momento el dinero se fue haciendo algo más valioso que la felicidad, pero bueno, me imagino a quien sucumbió por ese gran cambio en ese tiempo. Habrá de haber sido algo tétrico.
Y si, como escribía, nos veo en ese mirador que tanto me gusta en invierno. Claro, ese que esta en Mont Blanc. Allá por esos nortes tan preciosos y llenos de misterios.
Quiero que ese encanto me acompañe por todas las tardes que quiero vivir. Nieve, besos, manos, café y algo para comer. Que sea solo a pie, como me dijiste que prefieres. Que sea una compañía melancólica de esas que en algún momento me quisiste presentar con tu ausencia.
Ese encanto de tu voz que alguna vez escuché. Y esa tez de piel tan, tan, tan... No sé, me vuelves loco. Siempre lo has hecho.
Gracias por ser mi linterna mientras camino ciego por el camino que armo. Si me equivoco, es porque soy torpe, pero te prometo cambiar las baterías.
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