sábado, 7 de noviembre de 2015

Diez años y ahora

Recuerdo que los sábados también despertaba a las nueve o diez de la mañana. No me daban ganas de prender la tele porque me gustaban los días nublados y salía disparado de la cama hacia la ventana del comedor del departamento de la villa "El Sol". Era curioso porque me llamaba la atención que el sol calentara como un mechero los días de semana y los fines de semana por la mañana hasta las 12AM no se mostraba el sol en su máximo esplendor.

Luego de eso veía a mi madre que me observaba con su pelo desordenado y pijama tierno. Siempre me preguntaba qué quería de desayuno y a veces le respondía lo que quería. La mayoría de las veces le respondía con otra pregunta: "¿Qué hay para comer?". Luego mi papá me llamaba a su pieza y yo iba corriendo a tirarme en la cama. Recuerdo que tenían un cubre cama de plumas blanco, grande y muy abrigado. Bastaba con poner los pies debajo del cubre cama y ya me abrigaba completamente.

Mi padre leía el diario mientras yo veía lo que él anteriormente estaba viendo en la televisión. Luego de un rato mi madre llamaba a la mesa a tomar desayuno. Llegábamos los tres y luego llegaba mi hermano. A él siempre le gustó dormir más. No conozco ninguna persona que sepa disfrutar más del sueño que mi hermano. Pero lo dejo tranquilo, pienso que en estos días del año dos mil quince debería dormir más que cualquier persona.

...

Esa es mi familia en palabras muy breves. De ellos estoy enamorado y no pienso alejarme de ellos nunca. Si, les fallo. Y hay veces que fallo de manera horrible y ellos no saben lo mal que me siento cuando cometo un error. Paso de semanas hasta meses arrepintiéndome de lo que hice. Solo que no lo demuestro, porque ellos mismos me dicen que no les gusta verme sufrir. Así creo que tengo las cosas en la balanza. Pero sólo creo, porque ni de eso estoy seguro.

Ellos dicen que no, pero todos los días me acuerdo de ellos. Cómo me dijo un gran amigo "Me salen hasta en la sopa". No es de manera despectiva, sino que, de manera bastante cariñosa.

Siempre recuerdo a mi madre cuando la casa está desordenada y no hay comida en el refrigerador. La recuerdo siempre que escucho alguna canción de Incubus o The Cranberries. La recuerdo cuando se me tapan los oídos y hago el ejercicio que me enseñó ella para destaparlos. Cada vez que cocino ella sale en la receta. Cada vez que llego a mi universidad me acuerdo de mi madre. Ella, implacable, con el poder de saberlo todo siempre y nunca equivocarse. La mujer más bella en mi vida.

Obviamente recuerdo a mi padre. Cuando la casa está desordenada también me acuerdo de él. Lo recuerdo cuando salgo al balcón de mi departamento y veo al gran Santiago observándome. Lo recuerdo cada vez que me va mal en mi universidad. Cada vez que camino solo y recorro nuevos lugares pienso en lo que me decía para cuando estuviese solo: "Camina, ve a lugares que no conoces, sal a caminar con alguien, inventa el mundo".

Cada vez que llego a la casa y no hay nadie, me acuerdo de ellos. Cómo anhelo la presencia de ellos en mis andanzas por esta gran ciudad. Aunque algunas veces son tercos, no me importa, los amo así y los quiero aquí. Son mis viejos, mis queridos hermosos y bellos viejos.

Gracias, viejitos lindos. Gracias, hermano hermoso. Gracias por salirme en la sopa.

-Verse

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