lunes, 14 de octubre de 2024

Sobre las autoridades

 El concepto se puede definir como aquella organización de personas que ejerce poder sobre subordinados. Estas personas poseen una forma de ejercer este poder a través de la potestad legislativa. En latinoamérica, en muchos lugares este tipo de trabajos se dignifica, resultando en una ambición por llegar a ejercer el poder de cierta forma y con ciertas personas. Y la ambición lleva a muchos lugares. Si te equivocas, puedes dañar a alguien.

Viví lo que es estar bajo ese circo de gorilas. En cuatro oportunidades. Lo peor de todo es que en una de esas veces encontré un vínculo más cercano al resto, por circunstancias que no quiero contar.

Entonces esta persona era una autoridad. La ejerció sobre mí de una forma no sana y hoy pienso...

Para entregar una buena forma hacia el mundo se comparte un montón de cosas. Se enteran hasta de tu dirección, tu número personal, un sinfín de HUEVAS que no competen, bajo mi lupa eso si.

¿Qué me dicen de las recomendaciones? Si no posees una a cierta altura es porque no has hecho una buena hazaña o algo así. Así me dijeron.

ASÍ ME REÍ.

Entonces yo pienso: Y si hacemos que las autoridades posean una carta de recomendación de parte de un subordinado y además la del superior, para cuando llegue la hora de las patitas a la calle. Pensaba qué tipo de sorpresa se podrían llevar las personas más competentes en el mercado. Pensaba en si serviría de algo, pero creo que hoy el mecanismo se ha transformado en leyes y funas.

Déjenme escribirles por cierto: fueron cuatro. Sólo a 1 persona le tocaría reparar en algo, si alguna vez me hubiese siquiera despedido (nos hubiera, porque éramos cuatro o cinco en la misma situación).

¿Ética? Nada. ¿Moral? La propia de ella. ¿Soluciones? Ya está resuelto. ¿Chao? Chao.
(¿Estay picao? Estay picao).

domingo, 13 de octubre de 2024

1/3

 Este breve texto es para darme felicitaciones. De mi para mi. Porque he dejado una sustancia de lado, de todas las que el doctor ha recomendado.

Dr. José y Dr. Claudio: llevo varias noches durmiendo bien. Creo que es suficiente decir que las Q hay que botarlas y no verlas. No sé cuál será su recomendación si tenemos que vernos en un mes y medio más. Y si, he fallado, una y otra vez sobre mis vicios. No puedo controlar las ganas de fumar y mi círculo está envuelto en eso. Me cae y me cae, pero vuelvo a recordar el esmero que estoy haciendo por sacar mi vida hacia delante. Pero creo que las drogas en general, las sintéticas sobre todo, me dan miedo, me dan asco, cuando intento tragarlas de la forma más común posible, doy una arqueada, por más diminuta que sea la pastilla. E intento distintos métodos para tragarlas, pero aún así me dan un asco inmenso. Ya no es por algo prejuicioso. Es por conocimiento de causa. Sé lo que es aturdirse. Sé qué significa quedar botado en el sillón. Sé que es desconocer a tu cuerpo y desobedecer a las hormonas. Sé lo frustrante que es ir al puto mueble y escuchar el crujido de la pastilla quebrar sobre el metal fino. Tragarla y sentir nada de inmediato y seguir viviendo la mierda mental.

Lo sé. La vida avanza y madurar se trata de aprender a vivir con eso. Pero me permito absolutamente la incomodidad de aceptar que la vida no es como yo la quería cuando tenía diez años. Ni quince. Pero los que queremos ser felices nos abrazaremos al final. Al final todos sabemos qué pasa. Y eso lo hace muy bonito, saber por todo lo que se vivió para llegar ahí. Felicidades. A usted doctor, y a mi, que nunca desistimos e insistimos en atacar a la duda en forma de amenaza diaria, porque aunque no quisiéramos, usted está sanando a alguien que debe tener voluntad para sanar. Si nuestra sinergia no hubiese existido, tanto yo como usted hubiésemos salido dañados. Usted ha despertado mi sentimiento por el amor social. Yo desperté su intriga por saber qué habita dentro de mi cabeza.

Brindaremos, bailaremos, comeremos y fumaremos. Uno de tres. A lo mejor es una de dos. Pero lo valioso es que le dije adiós a la Q.

José

martes, 1 de octubre de 2024

La necesidad de una pregunta (final)

¿Cómo podría yo hacerle caso a mis porfías? Si a este lugar ya no aterrizan preguntas. Nunca me hallé buscando más preguntas en mi vida. Tengo muchas respuestas en mi mano pero no existe avistamiento alguno de interrogantes que podrían deambular. Ya no necesito entender por qué se disparaba tanta franqueza desde la boca, si logré entender lo que realmente significaba en ese momento.

No todo se resuelve con simples palabras a esta edad. Somos seres de más intereses, de más ganas de volver a un equilibrio hormonal e inocente, con tanta vida escondida detrás de un disfraz de esqueleto. Detrás de los ojos se ocultan los secretos y pensamientos más hermosos (y a la vez horrorosos) de la gente. Hallé el secreto enterrado por tal ermitaño. Y sólo hallé más respuestas, ninguna pregunta sobre cómo podría asaltarme esta vez la necesidad de una pregunta.

Va mi ansiedad remando en aquel mar de respuestas. Tratando de hallar algo. Mientras lo incierto cubre el cielo, llueven preguntas sobre respuestas equívocas. Esta vez no quiso zambullirse en el mar. Simplemente remar y remar sobre el bote de la certidumbre. Esta vez por la proa hay puesto un foco que ilumina la desesperación. No se puede hallar la interrogante de por qué esta vez no está aquel monstruo. Simplemente se atraca y llega a la orilla de la paz.

No existen preguntas retóricas. No existen preguntas erróneas. Si existen tontos que no hacen preguntas. Hay una playa donde en la orilla se halla la respuesta. Pero el calor que surge del esmero y la conciliación de un posible ahogo, el cielo despejado de tanta incertidumbre, la calma del sol bañándose sobre la ansiedad... Simplemente varó ahí, donde todo se razona. La racionalidad ve a la ansiedad como un momento de relajo nunca obtenido, ni la calma que un nudo imposible le da a una madre. Tajante y serena.

Disfrutando la serenidad, la pregunta encuentra la respuesta. Podría hallarse en un mar de preguntas. Podría hallarse en un cielo de respuestas. O al revés.

Así termina la búsqueda de la respuesta. Las cosas pasan.
La certeza siempre se enfrenta a la duda por culpa del tiempo.