lunes, 30 de septiembre de 2024

El más pequeño estímulo

 Me hiciste feliz remotamente, sin querer. Creo que mereces algo más que ser feliz en la vida.

No se entiende. Al menos los pensamientos que afloran por esta puta primavera alérgica no me comunican algún sentido de por qué una sonrisa se ha puesto en mi cara al recibir un mensaje tuyo. Un mensaje que hace tanto tiempo se anhelaba por aquellos que comunicación ampararon por un freno de la tecnología. Hoy parece burdo, es tan común. Un mensaje pasó a ser algo cotidiano, tan trivial como ver a una señora vendiendo roscas por Quinta Normal.

Y yo también, por alguna razón, anhelé que esa incomunicación desapareciera. Un sentimiento de felicidad confusa surgió por mi cara y me obligó a soltar una sonrisa. ¿Será la curiosidad por habernos visto tanto tiempo y nunca haber concretado nada más que un simple "Hola"? Más de alguna vez me enteré de que estabas bien. Tenía amigos que la disfrutaban contigo. Y así entendía que la vida fluía para los dos de alguna forma, pero nunca fue el interés o la curiosidad predominante. Siempre fue la cotidianidad, como la que ya conté arriba...

Pero aunque sea efímero, aunque pueda durar al menos unos minutos, significó mis ganas de levantarme del sillón y poner música. Significó cocinarme. Me dio el sentido de ordenar la casa. Me dio todo eso que pasa cuando está el equilibrio en la mente y el desinterés se coloca en segundo plano. Que la abulia marche a esta hora no es bueno para mi sanidad somnífera. De todos modos, sé que es una chispa de alegría que debo aprovechar.

Aunque solo haya sido un mensaje,
tiene sentido si lo guardo aquí.
Aunque no tenga ganas de comunicarme
y de la realidad quisiera saltarme:
así.

Sana, sana, culito de rana.
Si tú no sanas hoy,
sanarás mañana.

José

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