viernes, 30 de mayo de 2025

Chicle

 Este sabor ya lo conozco. Me recuerda a paisajes en los que la angustia me envolvía en cada pensamiento. Recuerdo la amargura después de la primera mascada. Se expande por mi lengua el dulzor del líquido cubierto por el chicle. Siento ese estímulo que encoge mis pómulos y saboreo la combinación agridulce. No estoy seguro de continuar mascándolo, me encanta el sabor que tiene dentro pero la acidez de la cobertura simplemente es insoportable. No sé qué hacer, pero la vida continúa mientras mastico.

Mientras resuelvo la decisión de botarlo o no, me sigo acordando de aquellos momentos en los que sentía que la confianza prevalecía en cada amistad. Gracias a ella es que una amistad prospera, no traspasas límites, conoces la realidad de la otra persona y no presionas nada para que algo ocurra. Algunas cosas íntimas son las que hacen que una amistad continúe. Puede ser una carcajada o simplemente ser quien tiene que cerrar la boca cuando engañaron a alguien. Alguien ha salido herido de esta escena y nunca lo podrá saber. Pero bueno, ese tipo de cosas y otras pueden mantener una amistad. Y la confianza está bailando dentro de un universo completo. Sepa ella quien pueda entregarle el mejor tono para su danza. Al momento de sonar los altos ella se fía de las escalas. Si suenan suavemente los graves comprenderá que es la única forma de continuar bailando. Los altos efímeros no definen su ritmo, discierne entre continuar o no. Al final, si algo la traiciona, cesará su danza. Quien traiciona es quien más daño colateral comete.

Si supiera dónde puedo botar la estúpida goma de mascar, que no sea en la calle, la escupiría en el próximo basurero. Es que es difícil sostener la cadencia de beber tragos amargos cada vez que rumio. No entiendo cómo puede existir gente que pueda disfrutar de esta sensación. Supongo que hay veces en las que hay que tomar el trago amargo mientras se camina. Lo veo. Está ahí. A unos ochenta metros sé que hay un basurero. En un lugar donde pudo haber pasado otra persona masticando exactamente el mismo chicle.

Como para gustos, colores... En el momento que escupo, pienso en que la persona que también digirió aquella golosina, desechó lo que alguna vez probablemente le gustó. Todos nos aburrimos del chicle que ya no da ningún sabor.

Y a un chicle masticado ya no se le puede devolver el sabor.

J

miércoles, 7 de mayo de 2025

"Si, me tinca mucho"

 ¿Es una frase superflua? ¿Será que ella empuja al resto a no cuestionarse tanto las cosas y darle con todo a lo que te gusta, pero finalmente no lo hace con su persona? ¿Me estoy pasando el rollo? ¿Ese "mucho" será que le gustó mi propuesta realmente?

Me dijo que si.

Le dije a mi familia que la próxima persona que me acompañe en la vida tendrá una cita conmigo en el cerro, donde se pasa hambre, donde falta el agua, donde el sudor es constante y el jadeo ayuda a no perder el oxígeno. No hay como la paga de la vista y estar alejado (un poco) de la sociedad. Arriba del cerro nadie te juzga por cómo estás vestido/a, ni te juzgan por tu estado físico, nadie te mira con "cara fea" por andar con cierta marca o vestido adecuadamente... Nadie te juzga cuando haces senderismo. Todas y todos te saludan. Te preguntan si estás bien además, si tienes agua y suficiente comida como para continuar. Te desean un buen descenso. Esa es la gente, las cabras y los cabros. Amigos de las rocas, la tierra y el agua helada.

Creo que entendí que invitar a alguien a sentirse libre es algo que pocas personas quieren hacer. Hace poco hablaba con una amiga (¡la Vale!) que me comentaba lo difícil que le resulta comprometerse. Entendí ese miedo. Lo he tenido también. Pero a esta altura de la vida, nadie quiere un mal rato, ¿Cierto?, nadie quiere pasarlo mal. Ya fue suficiente.

Pero no sé wachito. No sé si quiero abrir mi corazón nuevamente. Tengo otros miedos. Pero tengo la certeza de querer ser feliz.

¿... Y si me sana?
O sea... de una forma
U otra
Podría hacerlo.

Me abriría como el botón de una vinka
cuando el rayo de sol acaricia sus pétalos,
puesta para esperar cada visita
del riego de su amor.

Compartiría mi alegría del primer café,
agradecería la incondicionalidad a pesar del tiempo,
entregaría mis manos en cada atardecer y amanecer
para apreciar los instantes en cada parpadeo.

He visto su sonrisa y la he escuchado reír.
Quizás no debería estar publicando esto,
pero es el cosquilleo que vuelve aquí
para de nuevo hacerme sentir.

Solo si sana y no empeora,
un corazón dividido otra vez no tiene mejora,
pero vuelvo otra vez, si me perdí: perdona.
Creo que no me gustaría salir con otra persona.

No quiero la infatuación porque tengo la certeza. Me acabo de sorprender sonriendo. Una vez más. Esa misma cosquilla, esa pequeña lágrima que se diluye en mi sonrisa. Y puede que me equivoque.


Pero es bonito sentir.
Es bonito sentir.
Bonito sentir.
Sentir.

Sólo quiero pasarlo bien. Y disfrutar contigo, por supuesto.

J